Testimonio Kiara Ayxa | 18 años
Hola, me llamo Kiara y esta es mi experiencia en Malta:
Cuando llegué a Malta fue algo extraño. Estaba nerviosa con el hecho de pensar que viviría sola, con el hecho de pensar que viviría sola un mes con personas que no conocía, en un país en el cual las personas no hablaban el mismo idioma que yo. Desde el primer momento, mi mayor preocupación fue no poder entender nada cuando me hablaran en el trabajo o en la calle. Al llegar a casa fue muy gracioso ya que las llaves no abrían las puertas, pero las conseguimos abrir luego de varios intentos porque tenían un pequeño truco para poder ser abiertas.
Los primeros días los dedicamos a conocer un poco tanto el lugar donde vivíamos como sus alrededores, ya que entrabamos a trabajar el día martes y habíamos llegado un viernes por la noche. Pasamos el fin de semana con Lorenzo de Mundus; él nos acompañó a buscar dónde podíamos comprar las tarjetas de los buses, fuimos a comer con él a un restaurante italiano que estaba muy bien, tanto el precio como la comida. El día lunes tuvimos la reunión con Paragón, que nos dieron una charla.
Con el paso de los días fui conociendo mejor a los que vivían en el piso conmigo. Los primeros días no hablábamos tanto porque yo no estaba en casa, pero en todo momento fueron amables.
El primer día de trabajo tenía que estar en la empresa a las 10:00 a.m. Felizmente llegué a esa hora y estaba realmente nerviosa porque no sabía cómo sería, qué personas me encontraría ahí o, como dije anteriormente, si entendería algo de lo que me estuviesen diciendo. Llegué a la empresa, que se llama Fundation for Educacional Services (FES), entré intentando buscar a alguien a quien preguntarle dónde trabajaría. Me encontré a una mujer muy amable, que me llevó con quien sería mi tutora durante una semana (ya que cambio de trabajo). Corine me recibió muy amablemente, me explicó a qué se dedicaba la fundación, quiénes la conformaban y me llevó a donde yo trabajaría.
Tuve mucha suerte, ya que conmigo trabajaría una chica que compartía el piso y la habitación conmigo. Ella se ofreció a ayudarme con lo que necesitase, y así fue: lo que no entendía ella me lo explicaba, ya que hablaba español. Esto duró una semana, pero el Erasmus de ella terminó y tenía que volver. Tuve demasiado miedo al estar sola rodeada de personas, que prácticamente todas eran angloparlantes, pero no resultó ser tan malo como me lo imaginé; todos los que trabajaban conmigo eran muy amables, me explicaban todo con calma y hablaban de manera que yo pudiera entenderlos.
Me dediqué a hacer cosas de ámbito administrativo, como rellenar bases de datos, archivos, manejar Excel, entre otras tareas comunes, pero también estoy aprendiendo nuevas cosas (actualmente esta es mi última semana en la empresa), y sinceramente estoy tan contenta aquí que me gustaría que esto durase mucho más, pero agradezco el mes que he pasado aquí, me sirvió mucho para aprender sobre mis tareas profesionales y desenvolverme al hablar y al entender el inglés.
Pero no todo fue trabajo, también este mes me la pase haciendo turismo por la isla. Es un lugar muy bonito y relajante, sus habitantes son muy clásicos, por así decirlo, aunque conducen súper rápido. El lugar por lo general es tranquilo; conocí lugares como Valleta, que tiene unas murallas súper chulas y calles comerciales muy acogedoras con estatuas muy extrañas. Viajé en ferry hasta la isla de Comino y a la de Gozo; son una verdadera pasada, sus paisajes son dignos de postales. Algo peculiar que noté en Malta es que hay algunas iglesias con dos relojes, de los cuales solo uno tiene la hora correcta. Salí de fiesta con la gente que conocí aquí a una zona llamada Paceville, y pasé la mayoría del tiempo haciendo largas caminatas por playas de las que no conozco el nombre, pero era algo realmente relajante.
Por otro lado está la parte negativa de este viaje. Creo que lo único negativo a resaltar que tengo personalmente son las condiciones en las que nos dieron las casa por así decirlo. Al llegar me encontré con un sofá con un agujero muy grande, las sabanas donde tenía que dormir no olían precisamente bien. Esto puedo entender que es porque muchos jóvenes pasamos por estos sitios, pero en teoría hay un reglamento por el cual si destrozas algo pagas por ello, para que ese objeto pueda ser remplazado y otro estudiante no tenga que encontrarse en la situación en la que me encontré. Un último detalle que me molestó un poco fue el hecho de que el dinero que teníamos que recibir para comer nos llegara prácticamente casi una semana después de nuestra estadía aquí, considerando que el dinero es para la alimentación del estudiante, me parece algo mal organizado.
Muy aparte de estas cosas, en lo general me la pasé muy bien. Fue una experiencia que me gustaría repetir. Conocí a personas nuevas, afronté muchos miedos que tenía y maduré en ciertos aspectos. Agradezco a las personas que hicieron de esta experiencia algo posible y espero que muchas personas tengan la oportunidad que se me fue dada.