Testimonio Isabel Sánchez | 22 años
En el camino…
Recuerdo el primer día que llegamos al que iba a ser nuestro hogar por cuatro meses. Todos estábamos expectantes por saber qué nos esperaba en este nuevo lugar. Teníamos tantas ganas de vivir Francia… ¡Y así lo estamos haciendo!
Las primeras semanas, me atrevería a decir incluso el primer mes, aún me costaba creer que estaba dentro de un proyecto en el extranjero. Sin embargo, poco a poco lo ‘’extraño’’ empezó a formar parte de mí. El idioma iba asentándose, las relaciones sociales empezaban a tomar forma y el trabajo empezaba a ser más motivante. Aprendí a no tener miedo al cambio.
Desde el primer momento tomamos la determinación de descubrir la región, escapadas semanales que nos hacían sentir mucho más partícipes de la experiencia. El atardecer en alguna playa kilométrica, la sensación de andar por el bosque hacia ninguna parte, la luz dentro de alguna iglesia gótica…
Y cuando parece que estoy en el paraíso… llega una pandemia mundial y estás confinada en casa. Bueno, al menos ya no tengo miedo al cambio. Porque lo que estoy viviendo ahora en un cambio de forma en mi experiencia. Mi mood diario, por ahora, no puede ser el de descubrir lo externo. Sin embargo, con mucha positividad, estoy explorando el teletrabajo, el placer de cocinar sin prisas, los cuidados entre compañeros de piso y muchas más cosas que sólo se te ocurren cuando te dan tiempo para aburrirte y ser creativo.
Sin duda, uno de los factores que más me ha ayudado estando aquí es sentirme acogida en mi día a día por mis compañeros de proyecto, por mi colegas de trabajo y por la ciudad. Creo que estos son los tres pilares fundamentales que me dan estabilidad. Siento que voy recorriendo un camino lleno de puertas que debo ir abriendo con determinación para descubrir qué es lo que me deparará después.