Testimonio Raúl Meoz | 24 años
Antes de embarcarme en esta aventura pensaba que viviría mi destino, Bulgaria, desde la lejanía, siempre con una barrera cultural que sería insuperable. Pero después de estar un mes aquí, me he visto inmerso en la cultura local casi sin darme cuenta.
El idioma en un principio fue un obstáculo bastante grande, la verdad; sin embargo, poco a poco hemos ido encontrando la forma de entendernos. Hacer actividades con niños me ha ayudado mucho, puesto que a ellos nos le da ni vergüenza ni reparo corregirte una palabra mal dicho o decirte la respuesta correcta.
Gracias al voluntariado puedo participar de la vida cotidiana y ampliar mi horizonte.