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Testimonio Sara Gutiérrez | 22 años

Mi voluntariado europeo comenzó con nervios, emoción, miedo, incertidumbre, alegría y tristeza casi en la misma proporción, es decir, todos los síntomas propios que aparecen cuando tu vida va a dar un cambio. Poco a poco, todas esas emociones y sentimientos se fueron disipando.

Durante casi tres meses he desarrollado un proyecto en el centro de Lisboa, en una casa de acogida con adolescentes. Nunca antes había trabajado con niños/as y ni siquiera me planteaba hacerlo, ya que consideraba que este ámbito no era para mi porque es preciso tener mucha paciencia y autoridad, características que considero que no están dentro de mi personalidad. Después de este tiempo puedo decir que estaba equivocada, he descubierto que tengo estas cualidades y muchas otras. Mediante el voluntariado te pones a prueba a ti mismo/a, enfrentas desafíos (barrera de hablar otro idioma, adaptarte al trabajo, gente nueva, estar lejos de tus seres queridos, otra cultura, etc.), reflexionas sobre ellos, pero sobre todo aprendes. Aprendes todos los días, de todo lo que te ocurre y de todas las personas que te rodean.

Otro de los grandes miedos son las personas con las que vas a convivir, te preguntas si congeniarás con alguien, si encajarás en el grupo o no... En mi caso fue fácil, puesto que tengo la suerte de vivir en una casa solo de voluntarios donde reina la diversidad y la multiculturalidad. Es enriquecedor poder compartir casa con tantas personas, cada una tan diferente y de otro país, todos/as aportamos algo distinto. Estos meses he podido hacer grandes amigos con los que he viajado y compartido aventuras, pero aún así no dejo de conocer gente nueva casi todos los días, además de que cada mes llegan nuevos voluntarios. 

Ser voluntario implica muchas cosas, pero sobre todo implica adaptabilidad, tener una mente abierta, capacidad de integración, paciencia, energía e intentar dar siempre lo mejor ti mismo/a. Tengo la certeza de que va a ser una de las mejores experiencias que voy a tener en mi vida y la cual recomiendo realizar a todo el mundo. 


¡Sigue el testimonio de Sara mes a mes!


JUNIO 2020

Junio, el mes de la "nueva normalidad".

En el trabajo, continué ayudando en la entrega de los almuerzos a domicilio de las señoras y señores usuarios del centro de día. Además, comencé a ir a casa de algunos y algunas de ellas para realizar actividades, conversar y hacerles un poco de compañía.

La Casa de São Bento reabrió sus puertas y volvieron algunos de los niños y niñas. Continuamos ayudándoles en las tareas de la escuela y jugando el resto de la tarde. Tengo que decir que les echaba de menos.

Los fines de semana aprovechamos para pasear y conocer sitios nuevos, está vez visitamos Évora, Óbidos, la praia de Ursa, la praia da Areia Branca, Peniche y Foz do Arelho.

MAYO 2020

En el mes de mayo, regresé por fin al trabajo. Esta vuelta fue un poco diferente, debido a que el centro de día estaba vacío, los usuarios continuaban en aislamiento social y la Casa de São Bento aún no sabía cuándo ni con qué medidas podría reabrir sus puertas.

Por el momento, mi trabajo consistía en ayudar a preparar las marmitas de los usuarios y llevárselas a sus respectivas casas. Aunque no era el trabajo de mi vida, se hacía ameno ya que el equipo intentaba llevarlo con alegría y dinamismo.

En cuanto al tiempo libre, celebramos el cumpleaños de una compañera y también realizamos alguna salida al bosque que está cerca de nuestra casa. Además, pudimos volver a disfrutar de la playa.

MARZO 2020

Comienza la cuarentena, tiempo de "aislamiento social", de incertidumbre.

Dentro de toda la situación que existía ante el covid-19, los voluntarios que vivimos en Casa Europa fuimos muy afortunados. Al convivir tantas personas juntas, la cuarentena se hizo más amena ya que siempre había cosas para hacer y además proatlantico nos proporcionó material de deporte, juegos y pinturas.

Básicamente así pasamos los días, haciendo deporte, dibujando, leyendo y organizando alguna comida todas juntas y disfrutando de la compañía, un privilegio que infelizmente no todo el mundo tenía en este periodo. Eso sí, siempre expectantes ante qué sucedía en el mundo y cómo nos afectaría a los voluntarios y voluntarias.

FEBRERO 2020

Febrero ha sido un mes intenso lleno de actividades. Como todos y todas sabemos, febrero destaca por el día de San Valentín y por el carnaval. He tenido la oportunidad de asistir a varios eventos y celebraciones, tanto con los usuarios de mi trabajo como con mis compañeros y compañeras. Por un lado, en el día de San Valentín realizamos corazones de origami y flores de papel para regalar a aquellos amigos o amigas a los que les queríamos agradecer su amistad y dedicar unas palabras bonitas. En cuanto al carnaval, asistí a una fiesta de disfraces en Oeiras donde participaban varios centros de personas mayores, fue muy divertido bailar y pasar el día con ellos y ellas.

En la Casa de Sao Bento tienen una manera diferente de celebrar el carnaval, la cual consiste en realizar una guerra de globos de agua. También fue emocionante ver cómo los niños y niñas disfrutaban mojándose unas/os a otras/os. Por último, algunos voluntarios y voluntarias asistimos al famoso carnaval de Torres Vedras y a diferentes eventos que tuvieron lugar en Lisboa, realmente me lo pasé muy bien. Además, en nuestro tiempo libre hemos conocido Mafra, Ericeira y seguimos coleccionando bonitos atardeceres juntas/os.

ENERO 2020

Enero suele ser un mes de cambios y esta vez no podía ser diferente. Este año he comenzado otro proyecto en un centro comunitario, donde tengo la oportunidad de estar en varios ámbitos puesto que comparto tiempo e historias de vida con personas mayores, ayudo en todo lo que está a mi alcance con niños y adolescentes, y acudo una vez por semana al banco de alimentos. Realmente es un proyecto que me está aportando muchas cosas nuevas, estoy muy contenta. 

En el tiempo libre de este mes hemos aprovechado para conocer Aveiro, la "Venecia portuguesa", diferentes parques y rincones de la ciudad y también pasamos un soleado día en Setúbal.

DICIEMBRE 2019

Diciembre comenzó perdiéndonos entre los maravillosos paisajes y la vegetación de la isla de Sao Miguel en las Azores y cuando regresamos a Lisboa todo estaba preparado para la época más especial del año: la navidad.

Como todos sabemos en estas fechas la ciudad se llena de luces en todas las calles, mercadillos y ferias, colocamos el árbol de navidad en casa, pero sobre todo hacemos muchas comidas y cenas con amigos y familia. Este podría ser el resumen de mi mes junto con la finalización del proyecto que he desarrollado en una casa de acogida y la despedida de los niños con los que trabajaba, solo puedo decir que eran maravillosos.

También me he despedido de algunos compañeros del voluntariado con los que he podido compartir aventuras y a los que ya considero como amigos, les echaré de menos.

NOVIEMBRE 2019

El mes de noviembre comenzó aprovechando la mañana del domingo para visitar el “Museu Berardo” en Belem donde pudimos contemplar varias salas con diferentes exposiciones de arte realizadas con pintura, objetos reciclados, luces y otras donde había fotografías. Además, ese mismo fin de semana pudimos disfrutar de música en directo en las calles de Lisboa y en un pequeño local un poco alejado de la ciudad.

El día 14 los voluntarios de Pro-Atlántico nos reunimos para realizar un training sobre el trabajo con niños donde compartimos experiencias, diferentes actividades que podemos desarrollar y donde definimos un poco más los roles del voluntario, como por ejemplo qué debemos hacer durante situaciones conflictivas.

Durante este mes he recibido una compañera nueva de habitación y otra compañera en la casa de acogida donde desarrollo mi voluntariado, es bonito poder compartir actividades juntas, pensamientos y tener siempre una mirada cómplice que te da ánimos en los momentos difíciles.

A pesar de que noviembre ha sido un mes algo más frío y lluvioso, tuve la oportunidad de acompañar a una niña a realizar surf en la playa de Carcavelos, fue gratificante ver cómo disfrutaba intentando mantenerse en pie encima de la tabla y coger alguna ola, además de la ilusión que me transmitió por haberla acompañado. Con motivo de la proximidad de la Navidad, realizamos árboles con papeles, recortes y lazos para decorar la casa. También pusimos en práctica nuestras dotes como cocineras e hicimos bolitas de coco y de chocolate, ese día coincidió con la despedida de uno de los niños de la casa asique fue un sabor dulce y a la vez un poco amargo, las despedidas nunca son fáciles.



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Sara Gutiérrez