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Testimonio David Montoya | 21 años

Soy un estudiante de Dietética en La Guineueta, un instituto de Barcelona. Este año he decidido ir de Erasmus, ya que se me ha presentado la oportunidad, y pienso que ésta experiencia se ha de vivir como mínimo una vez en la vida.

Este año el destino era Forlì, una pequeña ciudad del norte de Italia. Llegamos a la residencia, un sitio bastante acogedor, pero lleno de gente. Las habitaciones no estaban nada mal; bastante amplias y luminosas(sobre todo lo último, ya que el sol pega fuerte desde las 5 de la mañana), bien comunicada, a menos de 15 minutos a pie del centro y con varios supermercados y restaurantes cerca.

Al principio el idioma resultó un poco problemático, ya que no sabíamos hablarlo, pero poco a poco fuimos aprendiendo a defendernos. Puede que el Español y el Italiano provengan ambos del latín, pero son bastante diferentes, aunque se entienden. Y os preguntaréis, ¿qué tal es la gente de Italia? Pues la verdad es que son muy parecidos a los españoles; muy de la familia, muy simpáticos y amables, y sobre todo, muy mediterráneos.

En cuanto a los compañeros de experiencia… increíbles todos. Tuvimos momentos fantásticos, en los que nos lo pasamos de maravilla, reímos a carcajadas y creamos recuerdos inolvidables. Aunque también tuvimos momentos muy tristes, como cuando una parte volvieron a Barcelona, dejándonos con un vacío difícil de llenar, menguando nuestro número a menos de la mitad.

Respecto al lugar de prácticas, me designaron un centro estivo perteneciente a la “Cooperativa di Soliedarietà Sociale Paolo Babini" para realizar mi periodo de prácticas como monitor de lunes a viernes. La verdad es que la experiencia en el centro fue increíble, ya que el resto de monitores eran un amor de personas y me ayudaron en todo lo que pudieron, enseñándome a hablar el italiano y a mejorarlo. Cada viernes íbamos de excursión a un sitio diferente; una vez fuimos a un skypark, otra a un parque acuático y la última a la playa. Gracias a ello he vivido experiencias nuevas y he aprendido mucho, y es algo que les agradeceré toda mi vida.

Luego, por nuestro lado, hicimos varios viajes, ya que no nos íbamos a quedar con las ganas de visitar algunas ciudades. Nuestro segundo fin de semana en Italia, decidimos visitar la Toscana; estuvimos primero en Pisa, luego pasamos la noche en Lucca y, a la mañana siguiente, nos dirigimos a Firenze. La pasamos genial en ese fin de semana, e hicimos muchas fotos para inmortalizar los momentos, incluso entramos a un par de museos. Vimos al “David” de Míchelangelo y “El nacimiento de Venus” de Botticelli. Al siguiente fin de semana, decidimos ir a Venezia, e incluso montamos en góndola. Fue una experiencia increíble el viajar por los canales, escuchando a los gondoleros cantar y contarnos la historia de la ciudad. De verdad, es una experiencia que se ha de vivir como mínimo una vez en la vida. Y por la noche… las vistas son increíbles, es que no hay palabras para describirlo. También fuimos a Premilcuore, un pueblecito lado de un río, en el cual decidimos acampar toda la noche. Nos bañamos, nos tiramos desde salientes a las pozas más profundas, escalamos, nos hicimos fotos, cenamos barbacoa y contemplamos una lluvia de estrellas. Y ya por último, el fin de semana antes de volver a Barcelona decidimos hacer un último viaje, esta vez a San Marino, una ciudad medieval en lo alto de una montaña, con unas vistas espectaculares. Hicimos muchas fotos desde diferentes puntos de la ciudad; incluso nos subimos a una roca para hacernos una foto con las vistas de fondo.

Sin duda, una experiencia que querría repetir. Durante estos dos meses, he conocido a muchas personas fantásticas que me han enseñado muchas cosas. He reido, he llorado, he disfrutado… me he sentido más vivo que nunca. Doy las gracias a todos los que han hecho posible todo esto, porque he crecido mucho como persona a lo largo de esta experiencia y, con ello, me siento capaz de hacer.

David Montoya