Testimonio Alba Iglesias | 26 años
Tras los duros momentos vividos al inicio de la pandemia, aquí va la historia de como acabé repartiendo, entre otros servicios sociales, comida para las personas en situación de calle con la Cruz Roja Italiana en Pésaro.
Para todos aquellos que no tenéis la suerte de conocer en que consisten los Cuerpos Europeos de Solidaridad, es una oportunidad fantástica para devolver en forma de tiempo la inversión económica que la Unión Europea hace en los jóvenes. Así que, sin preocupaciones económicas encima, ya solo queda poner todo tu tiempo a disposición del proyecto, conocer gente, nuevas culturas, idiomas y vivir uno de los mejores momentos de tu vida.
En mi caso, el voluntariado con la Cruz Roja Italiana se desarrolla solo en el ámbito social, desde el reparto de alimentos a personas en riesgo de exclusión social, así como de comida a personas en situación de calle, traslados de personas mayores y de personas con discapacidad. Y, por último, la oportunidad de desarrollar un proyecto personal (o varios). El proceso es lento, pero tener la oportunidad de ver donde tus conocimientos o experiencias previas encajan en la organización de acogida es maravilloso, y es ahí donde se produce una sinergia y el voluntariado europeo cobra sentido.
Aun así, la experiencia no acaba con tus horas de voluntariado. La posibilidad de viajar, de disfrutar de tu país de acogida, del ambiente multicultural en el que vas a estar inmerso es lo que da el valor definitivo a esta oportunidad. ¡Ah! Y evidentemente, la gastronomía (no se si podré volver a comer pizza y/o pasta cuando vuelva).
Pero también hay que estar preparada para el shock cultural (sí, de España a Italia también lo hay). Es necesario viajar como si fueras un folio en blanco, de lo contrario podrías llevarte más de un disgusto; creo que es de los mejores consejos que puedo dar a la hora de viajar a un nuevo país.
Quedándome más de la mitad de la experiencia por vivir, puedo afirmar, que esto vale la pena.