Testimonio Pablo Pedreño | 25 años
Ha sido un año interesante... allá por julio de 2016, tras volver de una estancia de unos meses en Turquía, me encontraba casi preparando mi equipaje para acudir a un curso de formación en Macedonia cuando recibí un email comunicándome que había sido seleccionado como voluntario europeo y que en unas semanas podía tomar mi vuelo en dirección a una pequeña ciudad en el centro de Rumanía, en la cual se habla húngaro.
Dicho enclave, Cristuru Secuiesc, se encuentra en Transilvania, la región mundialmente famosa gracias a Drácula y los impresionantes paisajes de montaña, y su principal característica es que el 96% de la población pertenece a una histórica minoría de etnia húngara.
Junto a otros 9 jóvenes voluntarios de España, Hungría, Letonia y Turquía comencé allá por septiembre de 2016 mi etapa en el proyecto 'Development Support for Transylvania: Reloaded'. Dicho proyecto engloba diferentes tipos de actividades para cada participante, en mi caso me encargaría de ser casi un miembro activo más de la asociación ayudándoles en cualquier tipo de tarea en la que fuera requerido. Esa, digamos, es la primera parte de un EVS, el proyecto y actividades que te asignan. Por otra parte, está tu propio proyecto personal, algo desarrollado por ti mismo con lo que trates de tener un impacto en la comunidad en la que vivirás, un impacto en tu proceso de aprendizaje y, muy probablemente, en tu vida. Durante diez meses he organizado todo tipo eventos: desde noches de película hasta jam sessions, pasando por una carrera popular o intercambios lingüísticos. He colaborado asiduamente en la catalogación y reorganización de una biblioteca con más de 15000 libros, actualizado la información de un portal web sobre la localidad, sus comercios y servicios, he redactado artículos acerca de los numerosos eventos que han tenido lugar, he colaborado a menudo con mis compañeros en sus proyectos: en emisiones de radio, recolectando plantas para elaborar productos naturales, preparando talleres sobre reciclaje para los más jóvenes... También me he casi convertido en fotógrafo (de prácticamente no saber agarrar una cámara he pasado a manejar de manera bastante aceptable los controles manuales de una DSLR así como la posterior edición), he montado numerosos videos con cierta calidad técnica, he enseñado español e inglés y aprendido un poco de rumano y húngaro, he promovido actos solidarios y donaciones para asociaciones que trabajan con niños en riesgo de exclusión social o con discapacidad... Y he hecho muchas más cosas pero creo que la idea general es fácil de captar, ¿verdad?
Mi reflexión final acerca de un voluntariado europeo es que no es tan importante el dónde vayas el qué harás, sino tener la voluntad de ayudar y de que tus acciones tengan impacto en las vidas de otros. A partir de esas dos premisas, os puedo asegurar que aprenderéis muchísimas cosas nuevas, especialmente acerca de vosotros mismos, que si queréis conoceréis un montón de gente nueva e inspiradora, gente que podrían llegar a ser como hermanos o hermanas. Quizás os enamoréis, y puede que también os desenamoréis... Derribareis muchas barreras impuestas por prejuicios, esclareceréis un poco vuestro camino si andáis perdidos y, en fin, cientos de cosas más que vosotros mismos tendréis que vivir y que tras unos meses conformarán algo que jamás olvidareis, vuestra experiencia EVS.